Es una época como la que actualmente vivimos, en la cual la vieja política ha sido sustituida por la neovieja política, y los viejos políticos son desplazados por otros (“peores” dirán unos, “la misma gata pero revolcada”, dirán otros), todos aquellos que desean acceder a la periferia de l poder( el centro del poder ya hace mucho que abarrotó su cupo), deberán someterse a una mimética y a la vez a una propedéutica del neoarribismo político, de la cual estas instrucciones solo pretenden ser una humilde y suscita preceptiva. Pero dejémonos de preámbulos y abordemos ya nuestro neoliberal y bipartidista asunto.
1.- Hágase bilingüe lo mas pronto y lo más que pueda (bilingüe en inglés, el francés pasó de moda hace un siglo), comenzando por aprender frases como estas: “cheap mexicans, don’t you think?” (Están baratos los mexicanos, ¿no cree Ud?), “¡I wanna be like you, may I?” (“Quiero ser como Uds!, ¿puedo?), “because he’s really good neighbour!, ¡because he’s really neighbour…! “( ¡Porque él sí es un buen vecino!. Recuerde: piense, desprecie, piense y perpetre en inglés.
2.- Estudie ( no lo tome tan en serio: basta con que se matricule) en el extranjero (¡aaaahhh…!), y de preferencia en un país anglosajón, algún Posgrado que tenga que ver con negocios (una maestría en Negocios de Litorales y Municipios, o un Doctorado en Mercadotecnia de Saldos Demografitos, por ejemplo). Es frecuente que en las universidades de dichos países carreras como sociología, economía o educación formen, de todos modos, egresados en ventas, por lo que no deben desanimarlo tales rubros académicos aparentemente filantropitos. Tampoco importa en que universidad realice tan anhelados estudios ya que, como jamás sería admitido en Harvard o el MIT, lo mismo da que estudie en la Universidad McDonald de Orlando que en la Little Piece of Rock University de Montana del Sur.
3.- Si su estirpe no es criolla (snif…) ni su sangre del color de una ojera de mujer, entonces Ud no posee un apellido cautivador de las neomasas como Wonderme, Napalmclouds o Assíoolhills. Tan lamentable destino podría paliarse siguiendo el ejemplo del camuflaje patronímico desarrollado por los judíos, transformando su apellido mexicanucho y hediondo por un aromático y extranjerótico second name. Por ejemplo, su Ud se llama Jesús Maldonado Luna, cámbieselo por el de Jesús Baddonated Luna (si lo desea más largo y eufemístico sería Notsowelldonated Luna), o por Jesús Maldonado Moon.
4.- No salga a la calle sin haber ensayado lo suficiente el parecerse a lo que su Image Manager (Ángel de la Guarda de su Apariencia o administrador de Imagen) le prescribió. Acuérdese de que su espontaneidad (if any) y lo casual debe preverlo, y que actuar con naturalidad es un garrafal despilfarro de coquetería política (en términos de costo-oportunidad). Tenga presente que Ud es su cosmética y que tras su pose no hay nada que valga la pena.
5.- Vivencíese como predestinado, como accionista mayoritario del planeta y fabríquese la permanente sensación de que es inminente que lo vayan a fotografiar y entrevistar para el Washington Post o el Time.
6.- Vea la vida positivamente, siempre y en cualquier lugar, con el perenne punto de vista de que la ganancia está enfrente de sus narices.
Por ejemplo: piense en que la gente no es gente sino acarreados potenciales, y que la Patria es un territorio con todavía algunas hectáreas sin etiquetar.
Textos sobre educación, psicología, literatura, humor, tenis y todos los temas emergentes cuyas leyes de atracción me imanten.
viernes, 14 de noviembre de 2008
El Humorismo es un Humanismo
¿Qué es humor? Consideremos el siguiente relato, cortísimo de humor negro de Monsiváis: “Un niño sentenciado a muerte por haber matado a sus padres le pide clemencia al juez alegando que es huérfano”. O este otro de autor anónimo: Había una mujer que tenía el busto tan prominente que cuando compraba portabustos no los pedía por copa sino por botella”. O, por último, antes de empezar a discurrir, reparemos en esta advertencia de Groucho Marx: “Nunca golpees a un hombre caído, porque puede levantarse”. Habiendo abierto boca con lo anterior, empezaremos nuestra reflexión.
Antes que nada conviene aclarar que el sentido de lo que es el humor, al que frecuentemente se le confunde con primos lejanos y cercanos de él como son lo grotesco, lo cómico, lo satírico, lo irónico, lo sarcástico y lo bufo. ¿En que se distingue el humor de esa su parentela lejana o cercana? Veamos cada caso.
El humor no es lo grotesco. Lo grotesco esta constituido de ridiculez, de extravagancia, de grosería y de mal gusto. Su gracia se basa en lo anormal o chocante de la vida, del hombre y de las cosas. Le falta siempre una significación noblemente humana. En cambio, el humor enraiza en lo normal desorbitado. No es ridículo, sino hondamente emotivo. No es extravagante sino delicadamente natural. No es grosero sino delicadamente turbador.
El humor no es lo cómico. Lo cómico supone ausencia total de emoción, provoca la carcajada. El humor es una emoción hondísima, incluso poética, que jamás se disuelve en la risa ya que no provoca una carcajada sino una sonrisa, una alegría humana.
El humor no es lo satírico. La sátira se compone de picardía y doble sentido, de agresividad, de ausencia de caridad ejemplarizante, de arrogación de una misión moralizante ejercida con impertinencia. El humor acaricia, carece de intenciones moralizadoras.
El humor no es lo irónico. En la ironía hay una burla tan cruel como fina y disimulada, un leve tono ofensivo y cierta concepción de superioridad propia por parte del que ironiza. En el amor no existe burla, sino una graciosa compasión; el humorista es el primero en reírse de sí mismo.
El humor no es lo sarcástico. Lo sarcástico es agresividad nacida de la desesperación, y ofende a las personas con crueldad innoble. El humor, en cambio, desconoce la desesperación; su impulso filosófico es el de la serenidad melancólica o escéptica, y no llega a herir.
El humor no es lo bufo. En la bufonada existe siempre bajeza, angustia de complejo de inferioridad del bufón, afán de sacar algún beneficio por haber disfrazado de algo chusco la angustia del complejo. En el humor existe distinción y elegancia intelectual.
Sin embargo, el humor, como virtud superior de la risa, absorbe y supera las cualidades de las formas anteriormente mencionadas y, en tal sentido, posee una zona de intersección con ellas hemos advertido.
Revilla, un erudito español decimonónico, dice que el humor “es el punto más álgido del lirismo, su exageración, el momento en el que el poeta afirma con energía su pura objetividad”.
Pirandello, un célebre dramaturgo siciliano, dice: “El humor no es más que una lógica sutil. Los humoristas son lógicos que viven en medio del absurdo de la retórica y de la visión unilateral de la vida”.
Freud, figura cimera de la psicología, dice: “El humor no es resignado, sino rebelde, no sólo significa el triunfo del yo, sino también el principio del placer, que en el humor logra triunfar sobre la adversidad de las circunstancias reales”.
Vistas así las cosas, podemos afirmar que el humor es el sentido exacto de la relatividad de todas las cosas, es decir, la critica constante de lo que se cree ser definitivo, la puerta abierta a todas las posibilidades. El humor es pensamiento ingenioso que muestra agudeza de entendimiento y descubre relaciones no advertidas por el común de la gente.
Es así como el humor se nos devela como un complejo calidoscopio, como sutileza poética, como exploración, como la diferencia de lo lógico, la revelación de lo invisible inmediato, la superación subjetiva de lo objetivo; como iconoclasta y libertad de representación, como recreación estética y como rebeldía intelectual; como relativización de lo absoluto y como discurrir oblicuo; y como producto totalizador y sintético de una saber sin bibliografía.
Hegel apunta que “en el humor es la propia persona del artista la que entra íntegramente en escena, en todo lo que tiene de superficial y de profunda; de manera que se trata esencialmente del valor espiritual de esta personalidad”. De este modo, podríamos resumir nuestras reflexiones sobre el humor diciendo que es una dimensión antropológica del hombre, que es la manifestación mas humana, más noble, más delicada y trascendental de la gracia y el ingenio.
Para finalizar, como postre, disfrutemos la siguiente definición que da Woody Allen de un animal mitológico concebido por él: “El gran congón es un animal mitológico con cabeza de león y cuerpo de león, pero de otro animal distinto”.
Antes que nada conviene aclarar que el sentido de lo que es el humor, al que frecuentemente se le confunde con primos lejanos y cercanos de él como son lo grotesco, lo cómico, lo satírico, lo irónico, lo sarcástico y lo bufo. ¿En que se distingue el humor de esa su parentela lejana o cercana? Veamos cada caso.
El humor no es lo grotesco. Lo grotesco esta constituido de ridiculez, de extravagancia, de grosería y de mal gusto. Su gracia se basa en lo anormal o chocante de la vida, del hombre y de las cosas. Le falta siempre una significación noblemente humana. En cambio, el humor enraiza en lo normal desorbitado. No es ridículo, sino hondamente emotivo. No es extravagante sino delicadamente natural. No es grosero sino delicadamente turbador.
El humor no es lo cómico. Lo cómico supone ausencia total de emoción, provoca la carcajada. El humor es una emoción hondísima, incluso poética, que jamás se disuelve en la risa ya que no provoca una carcajada sino una sonrisa, una alegría humana.
El humor no es lo satírico. La sátira se compone de picardía y doble sentido, de agresividad, de ausencia de caridad ejemplarizante, de arrogación de una misión moralizante ejercida con impertinencia. El humor acaricia, carece de intenciones moralizadoras.
El humor no es lo irónico. En la ironía hay una burla tan cruel como fina y disimulada, un leve tono ofensivo y cierta concepción de superioridad propia por parte del que ironiza. En el amor no existe burla, sino una graciosa compasión; el humorista es el primero en reírse de sí mismo.
El humor no es lo sarcástico. Lo sarcástico es agresividad nacida de la desesperación, y ofende a las personas con crueldad innoble. El humor, en cambio, desconoce la desesperación; su impulso filosófico es el de la serenidad melancólica o escéptica, y no llega a herir.
El humor no es lo bufo. En la bufonada existe siempre bajeza, angustia de complejo de inferioridad del bufón, afán de sacar algún beneficio por haber disfrazado de algo chusco la angustia del complejo. En el humor existe distinción y elegancia intelectual.
Sin embargo, el humor, como virtud superior de la risa, absorbe y supera las cualidades de las formas anteriormente mencionadas y, en tal sentido, posee una zona de intersección con ellas hemos advertido.
Revilla, un erudito español decimonónico, dice que el humor “es el punto más álgido del lirismo, su exageración, el momento en el que el poeta afirma con energía su pura objetividad”.
Pirandello, un célebre dramaturgo siciliano, dice: “El humor no es más que una lógica sutil. Los humoristas son lógicos que viven en medio del absurdo de la retórica y de la visión unilateral de la vida”.
Freud, figura cimera de la psicología, dice: “El humor no es resignado, sino rebelde, no sólo significa el triunfo del yo, sino también el principio del placer, que en el humor logra triunfar sobre la adversidad de las circunstancias reales”.
Vistas así las cosas, podemos afirmar que el humor es el sentido exacto de la relatividad de todas las cosas, es decir, la critica constante de lo que se cree ser definitivo, la puerta abierta a todas las posibilidades. El humor es pensamiento ingenioso que muestra agudeza de entendimiento y descubre relaciones no advertidas por el común de la gente.
Es así como el humor se nos devela como un complejo calidoscopio, como sutileza poética, como exploración, como la diferencia de lo lógico, la revelación de lo invisible inmediato, la superación subjetiva de lo objetivo; como iconoclasta y libertad de representación, como recreación estética y como rebeldía intelectual; como relativización de lo absoluto y como discurrir oblicuo; y como producto totalizador y sintético de una saber sin bibliografía.
Hegel apunta que “en el humor es la propia persona del artista la que entra íntegramente en escena, en todo lo que tiene de superficial y de profunda; de manera que se trata esencialmente del valor espiritual de esta personalidad”. De este modo, podríamos resumir nuestras reflexiones sobre el humor diciendo que es una dimensión antropológica del hombre, que es la manifestación mas humana, más noble, más delicada y trascendental de la gracia y el ingenio.
Para finalizar, como postre, disfrutemos la siguiente definición que da Woody Allen de un animal mitológico concebido por él: “El gran congón es un animal mitológico con cabeza de león y cuerpo de león, pero de otro animal distinto”.
sábado, 1 de noviembre de 2008
ESCAPARATE SOCIAL
La sección de sociales es la parte del periódico que presenta hechos biográficos diversos de algunos de los miembros de la sociedad, a otros integrantes de la sociedad que leen el mismo periódico. No importa si son conocidos o no de los protagonistas de tales sucesos.
Lo que sí importa es preguntarnos las razones por las cuales dicha sección periodística les importa tanto a quienes la "engalanan" con su presencia en ella, y a quienes se asoman a esa ventana para enterarse de qué ha sucedido en las vidas de quienes a la mayoría les importa un bledo.
Tenemos, pues, dos actores principales en esta reflexión: los que figuran - los exhibicionistas - y los que ven figurar - los fisgones sociales- conformando ambos una pareja indisoluble. ("¡ Por fin la Yuyis Smith le dio el sí al Pocholo Stirner!").
¿Qué motiva a un congénere a pagar - a cobrar, si tiene mucho cartel - por salir en la foto?. Y la pregunta no es ociosa porque habemos muchos que, ya sea por pudor social o por estar convencidos de la inutilidad y hasta mal gusto de dichas escenitas frívolas, no aspiramos ni un ápice, a invertir nuestra vanidad en esos "altos" fondos sociales. Sin embargo, muchos sí. ¿porqué?. Supongamos varias posibles explicaciones para asegurarnos de que, con dicha ráfaga de hipótesis, no se nos vaya vivo el asunto: Porque existe la creencia de que salir en el periódico inmortaliza un poco, da un valor agregado a sus vidas; porque da distinción, estatus o glamour; porque es una forma de hacer patente la superioridad moral que da el dinero o la pertenencia a un club de servicio (Club de Leones, Rotarios, etc.); porque es el rito de iniciación ineludible para todo nuevo rico; porque así se reducirá su complejo de inadvertidos; porque creen que la sección de sociales es un acuario y ellos son los más gráciles tritones y sirenas de la ciudad; porque es una forma de parecer de sangre azul moderna (monarquía civil); porque es muy bonito que alguien diga cosas bonitas del suceso que se narra de ellos - tan bonitos - en tan bonita sección; porque por la mención impresa de sus nombres adquirirán el pedigreé patronímico que ilusionan. ("De vuelta en nuestra ciudad los niños Salinas, que fueron a ciudad de México a visitar a su tía Cuquita".)
Y es que no importa cuál sea la ocasión que dé pie al buscar salir en la sección: un cumpleaños, un matrimonio o noviazgo próximo o consumado, una recepción profesional, la partida o el regreso de un viaje, un bautizo, una convalecencia, la salida de un diente, una salida a comer, cualquier cosa es buen pretexto para balconearse. A este respecto, lo que asombra es la irreverencia pública de acontecimientos que - por supuesto - tienen significación privada pero que, dado el hecho de que se pregonan tan solemne y artificialmente no pocos llegan a pensar exclamativamente: "¡y eso a mí que chingados me importa!"
(" El estimado Ingeniero Covarrubias dejó de estornudar el día de ayer después que hicieron su benéfico efecto los medicamentos que le asestó a los indeseables virus de la gripe que moraban en su distinguida persona").
Ahora bien, ¿cuál es el modus operandi, las mañas retóricas del oficio de un cronista de sociales?. Apuntamos puntualmente algunas:
- magnificar algo pequeño
- hacer trascendente algo fugaz
- convertir en extraordinario algo ordinario
- sublimar una tonadita describiéndola como sinfonía
- transformar un simple chisme social en una épica de la distinción
- darle dimensión extramuros a un pequeño suceso intramuros
- astronomizar apellidos.
("Casimiro Betancourt, hoy flamante licenciado, presentó exámen profesional a título de suficiencia. El honorable jurado acordó aprobarlo siempre y cuando deposite una fianza para ejercer").
Pero, en fin, cada quién con su modo de matar las pulgas que lo contagian de la peste del anonimato. Cualquiera de nosotros haría lo mismo si fuera cualquiera de ellos. A quién esto escribe le gustaría que las secciones sociales - con vistas a desmitificarse- cedieran filantrópicamente una parte de sus espacios para reseñar eventos cuyos implicados incluso ignoren que saldrán al balcón. Un ejemplo de ello podría ser el que a continuación culminará nuestra incursión por el mundo de la socialité periodística.
("Ayer se reunió nuevamente animado grupo de vagos en conocido billar. Jugaron, fumaron, platicaron, alburearon y quedaron de verse mañana temprano".)
Lo que sí importa es preguntarnos las razones por las cuales dicha sección periodística les importa tanto a quienes la "engalanan" con su presencia en ella, y a quienes se asoman a esa ventana para enterarse de qué ha sucedido en las vidas de quienes a la mayoría les importa un bledo.
Tenemos, pues, dos actores principales en esta reflexión: los que figuran - los exhibicionistas - y los que ven figurar - los fisgones sociales- conformando ambos una pareja indisoluble. ("¡ Por fin la Yuyis Smith le dio el sí al Pocholo Stirner!").
¿Qué motiva a un congénere a pagar - a cobrar, si tiene mucho cartel - por salir en la foto?. Y la pregunta no es ociosa porque habemos muchos que, ya sea por pudor social o por estar convencidos de la inutilidad y hasta mal gusto de dichas escenitas frívolas, no aspiramos ni un ápice, a invertir nuestra vanidad en esos "altos" fondos sociales. Sin embargo, muchos sí. ¿porqué?. Supongamos varias posibles explicaciones para asegurarnos de que, con dicha ráfaga de hipótesis, no se nos vaya vivo el asunto: Porque existe la creencia de que salir en el periódico inmortaliza un poco, da un valor agregado a sus vidas; porque da distinción, estatus o glamour; porque es una forma de hacer patente la superioridad moral que da el dinero o la pertenencia a un club de servicio (Club de Leones, Rotarios, etc.); porque es el rito de iniciación ineludible para todo nuevo rico; porque así se reducirá su complejo de inadvertidos; porque creen que la sección de sociales es un acuario y ellos son los más gráciles tritones y sirenas de la ciudad; porque es una forma de parecer de sangre azul moderna (monarquía civil); porque es muy bonito que alguien diga cosas bonitas del suceso que se narra de ellos - tan bonitos - en tan bonita sección; porque por la mención impresa de sus nombres adquirirán el pedigreé patronímico que ilusionan. ("De vuelta en nuestra ciudad los niños Salinas, que fueron a ciudad de México a visitar a su tía Cuquita".)
Y es que no importa cuál sea la ocasión que dé pie al buscar salir en la sección: un cumpleaños, un matrimonio o noviazgo próximo o consumado, una recepción profesional, la partida o el regreso de un viaje, un bautizo, una convalecencia, la salida de un diente, una salida a comer, cualquier cosa es buen pretexto para balconearse. A este respecto, lo que asombra es la irreverencia pública de acontecimientos que - por supuesto - tienen significación privada pero que, dado el hecho de que se pregonan tan solemne y artificialmente no pocos llegan a pensar exclamativamente: "¡y eso a mí que chingados me importa!"
(" El estimado Ingeniero Covarrubias dejó de estornudar el día de ayer después que hicieron su benéfico efecto los medicamentos que le asestó a los indeseables virus de la gripe que moraban en su distinguida persona").
Ahora bien, ¿cuál es el modus operandi, las mañas retóricas del oficio de un cronista de sociales?. Apuntamos puntualmente algunas:
- magnificar algo pequeño
- hacer trascendente algo fugaz
- convertir en extraordinario algo ordinario
- sublimar una tonadita describiéndola como sinfonía
- transformar un simple chisme social en una épica de la distinción
- darle dimensión extramuros a un pequeño suceso intramuros
- astronomizar apellidos.
("Casimiro Betancourt, hoy flamante licenciado, presentó exámen profesional a título de suficiencia. El honorable jurado acordó aprobarlo siempre y cuando deposite una fianza para ejercer").
Pero, en fin, cada quién con su modo de matar las pulgas que lo contagian de la peste del anonimato. Cualquiera de nosotros haría lo mismo si fuera cualquiera de ellos. A quién esto escribe le gustaría que las secciones sociales - con vistas a desmitificarse- cedieran filantrópicamente una parte de sus espacios para reseñar eventos cuyos implicados incluso ignoren que saldrán al balcón. Un ejemplo de ello podría ser el que a continuación culminará nuestra incursión por el mundo de la socialité periodística.
("Ayer se reunió nuevamente animado grupo de vagos en conocido billar. Jugaron, fumaron, platicaron, alburearon y quedaron de verse mañana temprano".)
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