Textos sobre educación, psicología, literatura, humor, tenis y todos los temas emergentes cuyas leyes de atracción me imanten.
martes, 28 de diciembre de 2021
Siete minirrelatos
El mayor misterio del vampiro
Más que cualquier otro, como el de que se transfigura en murciélago y viceversa, lo que más intriga es cómo es posible que, si no se ve en el espejo, siempre ande bien peinadito.
Crianza interruptus
Durante mucho tiempo le dio largas al asunto, hasta que se convenció de que se había tardado en hacerlo. Y con todo el dolor de su corazón, después de que su hijo adorado cumpliera los cincuenta y siete años, abruptamente lo destetó.
El perro de oro
Toda su fortuna profesional se la debía a su mascota. Era el investigador privado mejor pagado, no sólo por su infalibilidad sino también porque bastaba una ocasión que visitara la casa de quien lo contratara estando el conyugue presente, para saber si había o no infidelidad, pues de haberla, ese perro luego luego se las olía.
Permuta
Económicamente solvente, sostenía sin dificultad a su amante en una “casa chica”, hasta que se le evaporó el deseo por ella cuando su esposa descubrió su infidelidad y logró el divorcio. En ese trance, se dio cuenta de que crecía enormemente su apetito por su ex mujer, a quien convenció de que se hicieran amantes. Y ella aceptó, con la condición de que, para guardar las apariencias y, además, vengarse de la ex amante de su marido, éste la desposara. Pensando pragmáticamente, habló con ella, quien aceptó casarse. Finalmente, los tres vivieron felices.
Confesión
“Si me invocas, me enteraré, pero no te aseguro que acudiré. Si me procuras, apareceré en el momento preciso. A veces más, a veces menos, permaneceré contigo. Soy de golpe, nunca poco a poco. Si terminas algo sin mí, carecerá de pegada. Cuando esté, y logres impregnar de mi lo que haces, haré mutis para que brille tu obra por sí sola. Soy libre. Sólo me atará a ti, lo que hagas de mí cuando me tengas”. Eso me dijo la inspiración.
Desinefabilizando
Al contrario de ustedes, queridos alumnos, para mí los misterios no son callejones sin salida, sino enigmas en vías de ser esclarecidos. Al igual que muchos teoremas matemáticos, cuya solución, en algunos casos, tardó siglos o aún no se alcanza, los misterios son las fronteras de nuestras posibilidades actuales de conocimiento, mismas que seguramente en el futuro, al igual que los más oscuros asuntos del presente, se aclararán. Desde luego que surgirán otros, y pasará lo mismo con ellos. Lo inefable, entiéndanlo, o es pereza intelectual o es la imposibilidad de que, como especie sapiens, podamos adelantar vísperas epistemológicas. Y para quienes, antes de escucharme, este tema era inefable, creo que, con relación a ello, me darán la razón.
La vocal de más
No sabía que tanto puede expresar tan poquísimo lenguaje hasta que escuché a mi tío Beto, el eterno soltero, hablar las mujeres de su vida. Al hablar de algunas de ellas, decía “ella…”, y mencionaba algunos rasgos o anécdotas. Lo mismo al hablar de otras. Pero cuando hablaba de la que más quiso, decía “ellia…”, esa “i” de más, ese arrastramiento fonético casi imperceptible, daba a ver cuánto significó para él.
domingo, 26 de diciembre de 2021
De nuevo cuatro microrrelatos
Conclusión cacoeufónica sobre la inspiración
Al teorizar sobre su quehacer, el microrrelator llegó a esta conclusión:” Lo que incubo, sea íncubo o súcubo, si súbito, mejor”.
Crónica trabalingüistizada
Había una vez una vez que ocurrió varias veces: ¿ves que hubo varias veces una vez?
Koan sobre el poder
El discípulo no se ilumino sobre la política hasta esto que le dijo su Maestro zen: “con el poder, no se puede, a menos que se pueda”.
Decir no es hablar
Decían que hablaba mucho. Pero era quien menos hablaba. Lo que pasaba era que eso pensaban porque hablaba poco, pero decía mucho.
sábado, 25 de diciembre de 2021
Cinco minirrelatos cinco
La utopía mártir
Había una vez una utopía que, arrepentida de jamás cumplirle sus sueños a los hombres, decidió inmolarse, y se realizó.
Lupus lupus homo
El lobo sabio, en su sermón, le dijo a la manada, esta sentencia moral reivindicadora:” el lobo es el hombre del lobo”.
Porca indignación
Reflexionó el cerdo “cuando quieren los pinches humanos referirse a lo inútil de dar algo valioso a quien no sabrá apreciarlo, dicen “no le des margaritas a los cerdos” … ¿de dónde sacan esa chingadera de que nosotros los puercos no sabemos distinguir lo que vale? A ver ¿por qué no nos dan una hermana, culeros?”.
Ungüento de hadas
Había una vez una pomada maravillosa…
Prédica inversa exitosa
Aquel pastor se cansó de insistir en la infructuosa empresa de prescribir virtudes al constatar, ad nauseam, que su grey pecaba por naturaleza. Rezó y meditó con ahínco hasta que sobrevino la iluminación. Y entonces predicó el pecado en todas sus modalidades, y hoy sus ovejas transgresoras son radicalmente virtuosas.
Cántico navideño completado
Conocedor de que los cuatro elementos de la naturaleza, agua, aire, fuego y tierra, eran, para muchas doctrinas antiguas, los constituyentes básicos de la materia y explicaban el comportamiento de la naturaleza, y que muchos saberes paganos irremediablemente formaban parte del actual corpus discursivo del catolicismo, aquel audaz teólogo heterodoxo no podía menos que reaccionar proactivamente ante la inquietante completitud de las líneas clave de ese tan gustado cántico de temporada que, aludiendo solamente a uno de los elementos, el agua, rezaban “pero mira cómo beben los peces en el río, pero mira cómo beben por ver a Dios nacido”. Fue así que decidió incursionar en la composición del cantico añadiendo estas líneas: “pero mira como hiperventilan las palomas en el aire, pero mira cómo hiperventilan por ver a Dios nacido”; “pero mira cómo se dora en la fogata el pavo, pero mira cómo se dora por ver a Dios nacido”; “pero mira como comen tierra las lombrices, pero mira como comen tierra por ver a Dios nacido”. Fue excomulgado.
jueves, 23 de diciembre de 2021
Cuatro minirrelatos más
Asombro
Erudito en muertos vivientes, para él no había enigma mayor en los vampiros que el hecho de que, a pesar de no verse en los espejos, estuvieran siempre bien peinaditos.
Consejo eufónico para microficcionistas
“Sea íncubo o súcubo, si súbito, mejor”.
Reaparición abstracta
Érase una vez una vez que volvió a ocurrir.
Precocidad indeleble
Ya los conocía. Llegaron de la escuela su madre, sus hermanos y ella al comedor de la casa de mi suegra, donde estábamos platicando. Sin que nadie se extrañara, porque no había suficientes sillas, se sentó en mi pierna. Con el barullo de la conversación como fondo, ella discretamente se restregaba con decisión en mi muslo. Yo me dejé llevar por la situación. Eso nunca volvió a suceder. Muchos años después, en otra reunión familiar, ella acudió con su esposo y sus hijos, y escogió el momento para decirme que muchas veces se había acordado de esa ocasión. Yo le dije que también.
domingo, 19 de diciembre de 2021
Dos minirrelatos
Mascotas politizadas
Dicen que los animales perciben cosas que nosotros no, y sí lo creo. Mi abuelo, como ya está muy viejito, se duerme en su sillón frente al televisor prendido. Siempre lo acompañan y se arrullan con la tele, su perro en los pies y el gato en su regazo. Yo lo cuido y le doy sus medicamentos. Esa vez, cuando iba a hacerlo, noté que el gato estaba crispado y el perro gruñía. Eso me extraño mucho porque nunca sucede. Entonces me di cuenta que en la tele estaban pasando una documental sobre varios ex presidentes.
Gratitud
Esta noche ante ustedes, deseo expresar algo que albergo en las más hondas profundidades de mis adentros. Me refiero a la inmensa deuda que tiene lo que pagan por mi espectáculo para con unos padres negligentes y egoístas que, no conformes con procurarme tan poco, me ridiculizaron y humillaron con incansable persistencia, y cuya mala entraña y desinterés radical hacia mí, queridísimo público, robusteció el humor inclemente que les receto en cada función. Sin esos episodios traumáticos indelebles de una infancia mía de la chingada, créanme estimadísimos, que jamás mi vena humorística hubiera podido arrancarles esas ambivalentes y desgarradas risas, je, je, ni sembrado ese ánimo masoquista y ese sabor agridulce que se llevan al terminar mi show.
Cuatro minirrelatos
Gastronomía teologal
En ese celestial restaurante, el chef místico infalible aseveró: “sabrá Dios”. Después, el exigente teófago gourmet lo confirmó: “sólo Dios sabe”.
Místico estrés pretraumático
Estacionados en el goce de su paz interior, están normalmente en continuo y refulgente estado de gracia. Casi nada los altera. Sin embargo, pierden esa plena serenidad cuando, sin deberla, pero sí temerla, esos seres de luz sienten la angustia de la inminencia de su némesis, eso abstracto, metafísico, de estirpe lovecraftiana: el vampiro ondaofotónfago llamado Tragalux.
Caperucita madrota
¡Órale, pinche lobo güevón! ¡A talonearle, o le digo a todo mundo que eres impotente!
Cada quien sus humedades
Despertaron. Ella preguntó “¿qué soñaste?”, y él le dijo “una sirena, ¿y tú?”. Ella contestó “con Rigo Tovar”.
viernes, 3 de diciembre de 2021
Mejor no escriban
Mejor no escriban
Mejor no escriban.
Para que no se les escape
esa sensibilidad engolada
ni su grandilocuencia con sordina.
Guárdense esas líneas hipócritas
y versos pretensos
hechos de palabras esclavas
de un gusto extraviado.
Prívennos de esa inspiración nonata,
y esa hambre de posteridad forzada
con que chantajean nuestros oídos.
Microficciones 3 dic 2021
Escalofrío
“Compro ropa de niña desaparecida, talla 11”.
Ira fetichista
Sí, doctor, perdón, psicólogo, le digo que mi hijo es raro pero muy inteligente. Lee mucho, aunque es muy obsesivo con algunas partes de libros y algunos temas, como el capítulo ese donde El Quijote enloquecido arrasa con unos títeres, o algunos episodios sangrientos de la Revolución Francesa. Le sigo dando sus medicinas que me dijo el psiquiatra, y eso lo calma mucho, pero cuando explota, le arranca la cabeza a los monos con que juega o a las barbis de sus hermanas. Ah, y a su gato le puso Robespierre.
Consejo malinterpretado
¿Por qué, si yo sabía que todavía no sentaba cabeza para eso? ¿Por qué me quejé de su rebeldía y sus groseras contestaciones? ¿Por qué, yo, Dédalo, el arquitecto siempre centrado, obedecí a mi amigo cuando me dijo: “No te aflijas por las impertinencias de Ícaro, ¿así son los adolescentes? No le hagas caso: ¡mándalo a volar!”.
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