Textos sobre educación, psicología, literatura, humor, tenis y todos los temas emergentes cuyas leyes de atracción me imanten.
viernes, 22 de abril de 2022
Seis microrrelatos
Drogarte
Me dijo esto el anarquista: que conocía a muchos lúcidos, a muchos resilientes desencantados, convencidos de que lo político estaba cancelado, que se sumergieron en el consolador arte, y que quizá eso era lo mejor, porque podrían haberse convertido en tiranos, y que se alegraba de que se hubieran convertido en demiurgos o en sibaritas de lo bello.
Criatura inefable
Voy a hablarles de una criatura indefinible. ¿De qué otra cosa quieren que les hable?
Sorpresa
Le preguntó lo Absoluto a lo Relativo que si quería que le hablara de él, y lo Relativo le contestó que no, en lo absoluto.
Hombre de principios
Era un hombre cuya conducta equívoca y procederes inmorales hacían dudar a la gente de si tenía o no principios. Lo que no sabían eras que ese hombre no carecía de principios, sino que le sobraban, ya que empezaba muchas cosas y nunca las terminaba.
Mutismo por orgullo
Siempre consideró que su marido era un hombre de muy buenos sentimientos, lo mismo hacia las personas que hacia los animales. Un día, descubrió un paquete oculto en su despacho, que contenía lencería, y esta no era de su talla. Decidió vigilarlo, y una tarde fingió que salía de compras, se escondió en la casa, y vio como su marido se encerró en su despacho con la mascota de sus vecinos. Y desde entonces decidió callar ese secreto conyugal, porque qué iba a decir la gente de ella, si tenía celos de una perra.
Misteriosos laberintos amorosos
Le dijo que entendía por qué no conseguía pareja, ya que a eso se dedicaba un terapeuta de prepareja, también conocido como terapeuta de sueños amorosos posibles. Tuvo que explicarle que sus anhelos de compañera debían ajustarse a su potencial personal de atracción, ya que, estadísticamente, las y los cenicientos son rarísimos. Le reveló que la búsqueda amorosa, para tener éxito, debe asemejarse a recorrer un laberinto de varias opciones condenadas al fracaso, y una o dos promisorias, que dependen de dejar de toparse con seres imposibles, y acercarse cada vez más a los posibles, e irlos vistiendo de cielo.
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