viernes, 1 de agosto de 2008

Banqueros

¡ Ea ! , todos ustedes, prestamistas de albas,
les toca su turno
de sentarse en el dolor,
a ustedes que lo parieron,
hoy van a estallar sus ojos cobardes,
puercos rabiosos del dinero.

Están atados al cadalso de este poema,
para revolcarse en el lodo de su impiedad,
ustedes y sus abogados pútridos
verán reventadas sus negras panzas infectas
con las puñaladas de estas líneas bayonetas vengadoras.

Traficantes de vidas,
prósperos malditos,
¡ hínchense !
¡ que chillen sus hígados !
¡ sangren,
despreciables sapos de la Bolsa !
¡ tráguense sus fétidos cetros !
¡ vomiten el futuro que devoraron,
méndigos huérfanos de lástima,
que a nadie le duelen !

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