lunes, 12 de enero de 2009

Jean Paul Sartre y el inconsciente

El presente texto pretende discutir algunas tesis del filosofo Jean Paul Sartré, a propósito de su concepción nihilista sobre el inconsciente y la sustitución que dentro de su pensamiento hace de este concepto por el de mala fe.

LA CONCEPCION SARTREANA DEL INCOSCIENTE: LA MALA FE.

Para Sartré, el hombre es un constante proyecto que realiza al actuar y la intencionalidad de todo acto, incluido el pensar, conlleva este ejercicio de la libertad propia.
De este modo, todo acto y la reflexión misma, son parte de la conciencia en tanto emanan de una dirección intencional que las ilumina y que es lo que caracteriza la autonomía y la omnicomprensión del sujeto sartreano, por lo que se intelige lo que fue hecho con intención y como todo acto es libre, todo se comprende, todo lo psíquico es conciente no existiendo procesos intrusos en la conciencia: “No se trata de un enigma no adivinado, como lo creen los freudianos: todo está ahí, luminoso; la reflexión de todo goza, todo lo capta”
(1)

¿Qué es o que produce, entonces, que existan actos inexplicables para el sujeto sí, como ya vimos, existe en la conciencia, inmanente a ella, una luz que disuelve todas las sombras y delata todas las presencias? Lo que sucede, dice Sartré, es que el sujeto se miente a sí mismo, y por mala fe reconoce la propiedad de sus actos queriendo adjudicarlos a algo ajeno a él que lo libre de la responsabilidad de sí: “La esencia de la mentira, implica, en efecto, que el mentiroso esté completamente enterado de la verdad oculta”(2)

Es así que el misterio se resuelve: el sujeto sabe que miente y dota de una “verdad” falsa al acto del cual reniega, decide y quiere aquello que usa de coartada y a pesar de que capta evidencias se resigna de antemano a no ser llenado por ellas, a no ser persuadido u transformado de buena de: “Uno se pone de mala fe, como quien sueña. Una vez realizado este modo de ser es tan difícil salir de él como despertarse: pues la mala de es un tipo de ser en el mundo, al igual que la vigilia o el sueño que tiende por si mismo a perpetuarse” (3)

Uno es libre de mentirse y abandonarse a su mentira eligiendo de mala fe ser aquello que no se es con lo que todo acto extraño a sí , toda denotación de acciones inexplicables para el sujeto, deben ser connotados no como actos inconscientes sino como actos de mala fe con lo que la autoconciencia se convierte así en una empresa ética valerosa, dentro de la cual la mala fe no es mas que una falta de fortaleza o debilidad moral: la angustia de enfrentarnos a lo que fuimos, somos y seremos. A pesar de la incandescencia febril de la comprensión que la conciencia tiene de sí, de “lo vivido”; la concepción solipsista, no basta y es entonces que Sartré propone una vía complementaria en el psicoanálisis existencial que encarne desde el lugar privilegiado del punto de vista del otro (el psicoanalista existencial), la objetividad: “La reflexión, al no poder servir de base para el psicoanálisis existencia, le ofrecerá, pues, simplemente, materiales brutos acerca de los cuales el psicoanalista deberá optar la actitud objetiva. Sólo así podrá conocer lo que ya comprende”. (4)
Consecuente con su defensa irrestricta de la libertad, propone la tarea fundamental de ese psicoanálisis existencial: “El psicoanálisis existencial trata de determinar la elección originaria”. (5)

CRITICA DEL RACIONALISMO SARTREANO DEL INCOSNCIENTE

Ya vimos que para Sartré la conciencia es transparente y luminosa, tesis fundamental de su fenomenología, lo cual emparenta sinonímicamente con ella al sujeto y a lo psíquico con lo cual los pensamientos, actos y procesos psíquicos son vividos intencionalmente y debido a esta apropiación de sí, la conciencia aparece como atributo esencial de todo fenómeno psíquico.
Sin embargo, tanta inhabilidad y lucidez no puede menos que asombrar y traer a la mente, por contraste asociativo, aquellos actos y procesos psíquicos del hombre medio, y no ya de una conciencia filosófica hiperatenta, que adolece una opacidad nebulosa y cuya conciencia sufre tales hechos como acaecimientos de difícil aprehensión racional que aparecen a veces disociados o se ignora si significado para sí.
Y más aún, dentro de esa conciencia filosófica podemos inquirir si lo que ella sabe es todo lo que puede saber de sí, y si acaso por su seno no fluyen ideas, imágenes o representaciones bajo el ropaje de inocente diafanidad palpitan insospechados contenidos de conciencia por lo que cabría preguntar: ¡Acaso por ver el prístino árbol pierde la conciencia el opaco bosque?
Con esto llegamos al meollo del asunto: la conciencia sabe lo que aparece ante ella y su lucidez respecto de su objeto es indudable, pero la duda no cabe sobre si sabe lo que sabe sino su sabe todo lo que puede saber de su, esto es, por sus ojos escrutadores deja pasar algo o dentro de lo que pasa hay algo que no ve. Esto obliga a preguntar por las condiciones que pudieran producir que la conciencia fuese burlada lo que nos lleva a plantear algunas consideraciones avalatorias de nuestras dudas sobre su omnisciencia.
Freíd concebía a la conciencia como un proceso de desarrollo constitutivo a partir de una situación inicial en la que el pensamiento lógico aun no aparecía y si lugar era ocupado por la alucinación y la fantasía, las cuales operaban bajo una lógica motivacional y a través de mecanismos propios tales como la condensación y el desplazamiento. Lasa representaciones mentales se orientaban conforme a la satisfacción de deseos dentro de la égida del principio del placer y no existía distancia aun entre lo pensado y quien lo pensaba por lo que el sujeto y objeto se confundían y eran vividos como uno solo.
Poco a poco, con la asimilación a sí del lenguaje y de los códigos éticos, estéticos y cognoscitivos que conlleva la palabra, la conciencia adquiere distancia simbólica entre lo pensado y su referente pero en ese proceso va implícita la conformación y domesticación de la conciencia que a través de la pedagogía parental se vera inoculada de prohibiciones, valores e intereses que se hospedaran de modo permanente en ella y que en la lucha entre los deseos infantiles “perversos” y la nueva moral impuesta le imprimirán un carácter conflictivo y ambiguo a la corriente de conciencia (representaciones y pensamientos ) pues si bien las ideas y deseos prohibidos no se manifestaran con la obscena y directa expresión con lo hacían, forzarán su presencia a través de representaciones mentales de compromiso, transaccionales, ya sea oír la ausencia (que por contraste sería presencia) o a través de la metáfora y la metonímica y el disfraz de un estilo discursivo de pensamiento elíptico que lograra burlar la censura de esos códigos éticos en el súper-yo.
De este modo, en la futura auto-conciencia quedará asimilada una intencionalidad que ella ignorará asimilada una intencionalidad que ella ignorará, ya que fue en una época arcaica cuando aún no era lo que es que le fueron dadas formas de ver que su visión inmediata no puede alcanzar.
Tiempo después, Sartré recapitulará su repudio hacia el inconsciente y dirá:
“(…) En la infancia, en una condición radicalmente distinta a la condición adulta, se forman prejuicios insuperables, en la que la violencia del adiestramiento y el extravío del animal adiestrado hace que se sienta la pertenencia a un medio como un acontecimiento singular. Sólo el psicoanálisis permite hoy estudiar a fondo como el niño, entre tinieblas, a tientas, trata de representar sin comprenderlo, el personaje social que le imponen los adultos; sólo él nos puede mostrar si se ahoga en su papel, si trata de evadirse de él o si se asimila a él del todo.
Así, la influencia de la carga del pasado y la debilidad pretérita de su lucidez inicial instalaran en la conciencia mecanismos automáticos de pensamiento y
Acción por debajo de su umbral conciente, gobernados por sistemas afectivos autónomos de ella, que explicarán las zonas obscuras ignoradas y relativamente “inintencionales cuya razón no será una “una fe de la mala fe”, sino las leyes que rigen los mecanismos como lo expresa Merleau Ponty, al sintetizar la antinomia entre explicación causal e intencional en el hombre: “La posibilidad de construir una explicación causal de la conducta es exactamente proporcional de la conducta es exactamente proporcional a la insuficiencia de las estructuraciones cumplidas por el sujeto”. (5)
Al final de su vida, Sartré, sin abandonar el núcleo de sus concepciones fenomenológicas por lo demás lúcidas y aleccionadoras, reconoce: “Es innegable que experimenté en mi juventud una profunda repugnancia por el psicoanálisis, que debe ser explicada del mismo modo que mi ignorancia ciega de la lucha de clases. Porque era un pequeño burgués rechazaba la lucha de clases; se podría decir que porque era francés rechazaba a Freud.” (6)

NOTAS

1.- “El Ser y la Nada”. Jean Paul Sartré. Ed. Losada, 1956. pág. 696
2.- Op. Cit…, pág. 92
3.- Op. Cit…, pág. 116
4.-“Crítica de la Razón Dialéctica. Jean Paul Sartré. Ed. Losada, 1963. págs. 55 y 56.
5.- Flaubert y el Mundo Imaginario de la Burguesía” en “El Escritor y su Lenguaje”. Entrevistas a Jean Paul Sartré. Ed. Tiempo Contemporáneo 1969. págs. 18-19

1 comentario:

Unknown dijo...

Ojala estuviera vivo para explicar la terrible contradicción de su existecia,intentar manegar el inconciente o mejor dicho: la mala Fé es un eslabon que cerca la libertad del pensamiento, aun con su libertad no podria haber nunca dejado de ser lo que fue: un ser humano que se equivoca.

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