sábado, 1 de noviembre de 2008

ESCAPARATE SOCIAL


La sección de sociales es la parte del periódico que presenta hechos biográficos diversos de algunos de los miembros de la sociedad, a otros integrantes de la sociedad que leen el mismo periódico. No importa si son conocidos o no de los protagonistas de tales sucesos.

Lo que sí importa es preguntarnos las razones por las cuales dicha sección periodística les importa tanto a quienes la "engalanan" con su presencia en ella, y a quienes se asoman a esa ventana para enterarse de qué ha sucedido en las vidas de quienes a la mayoría les importa un bledo.

Tenemos, pues, dos actores principales en esta reflexión: los que figuran - los exhibicionistas - y los que ven figurar - los fisgones sociales- conformando ambos una pareja indisoluble. ("¡ Por fin la Yuyis Smith le dio el sí al Pocholo Stirner!").

¿Qué motiva a un congénere a pagar - a cobrar, si tiene mucho cartel - por salir en la foto?. Y la pregunta no es ociosa porque habemos muchos que, ya sea por pudor social o por estar convencidos de la inutilidad y hasta mal gusto de dichas escenitas frívolas, no aspiramos ni un ápice, a invertir nuestra vanidad en esos "altos" fondos sociales. Sin embargo, muchos sí. ¿porqué?. Supongamos varias posibles explicaciones para asegurarnos de que, con dicha ráfaga de hipótesis, no se nos vaya vivo el asunto: Porque existe la creencia de que salir en el periódico inmortaliza un poco, da un valor agregado a sus vidas; porque da distinción, estatus o glamour; porque es una forma de hacer patente la superioridad moral que da el dinero o la pertenencia a un club de servicio (Club de Leones, Rotarios, etc.); porque es el rito de iniciación ineludible para todo nuevo rico; porque así se reducirá su complejo de inadvertidos; porque creen que la sección de sociales es un acuario y ellos son los más gráciles tritones y sirenas de la ciudad; porque es una forma de parecer de sangre azul moderna (monarquía civil); porque es muy bonito que alguien diga cosas bonitas del suceso que se narra de ellos - tan bonitos - en tan bonita sección; porque por la mención impresa de sus nombres adquirirán el pedigreé patronímico que ilusionan. ("De vuelta en nuestra ciudad los niños Salinas, que fueron a ciudad de México a visitar a su tía Cuquita".)

Y es que no importa cuál sea la ocasión que dé pie al buscar salir en la sección: un cumpleaños, un matrimonio o noviazgo próximo o consumado, una recepción profesional, la partida o el regreso de un viaje, un bautizo, una convalecencia, la salida de un diente, una salida a comer, cualquier cosa es buen pretexto para balconearse. A este respecto, lo que asombra es la irreverencia pública de acontecimientos que - por supuesto - tienen significación privada pero que, dado el hecho de que se pregonan tan solemne y artificialmente no pocos llegan a pensar exclamativamente: "¡y eso a mí que chingados me importa!"

(" El estimado Ingeniero Covarrubias dejó de estornudar el día de ayer después que hicieron su benéfico efecto los medicamentos que le asestó a los indeseables virus de la gripe que moraban en su distinguida persona").

Ahora bien, ¿cuál es el modus operandi, las mañas retóricas del oficio de un cronista de sociales?. Apuntamos puntualmente algunas:
- magnificar algo pequeño
- hacer trascendente algo fugaz
- convertir en extraordinario algo ordinario
- sublimar una tonadita describiéndola como sinfonía
- transformar un simple chisme social en una épica de la distinción
- darle dimensión extramuros a un pequeño suceso intramuros
- astronomizar apellidos.

("Casimiro Betancourt, hoy flamante licenciado, presentó exámen profesional a título de suficiencia. El honorable jurado acordó aprobarlo siempre y cuando deposite una fianza para ejercer").

Pero, en fin, cada quién con su modo de matar las pulgas que lo contagian de la peste del anonimato. Cualquiera de nosotros haría lo mismo si fuera cualquiera de ellos. A quién esto escribe le gustaría que las secciones sociales - con vistas a desmitificarse- cedieran filantrópicamente una parte de sus espacios para reseñar eventos cuyos implicados incluso ignoren que saldrán al balcón. Un ejemplo de ello podría ser el que a continuación culminará nuestra incursión por el mundo de la socialité periodística.

("Ayer se reunió nuevamente animado grupo de vagos en conocido billar. Jugaron, fumaron, platicaron, alburearon y quedaron de verse mañana temprano".)

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