viernes, 14 de noviembre de 2008

El Humorismo es un Humanismo

¿Qué es humor? Consideremos el siguiente relato, cortísimo de humor negro de Monsiváis: “Un niño sentenciado a muerte por haber matado a sus padres le pide clemencia al juez alegando que es huérfano”. O este otro de autor anónimo: Había una mujer que tenía el busto tan prominente que cuando compraba portabustos no los pedía por copa sino por botella”. O, por último, antes de empezar a discurrir, reparemos en esta advertencia de Groucho Marx: “Nunca golpees a un hombre caído, porque puede levantarse”. Habiendo abierto boca con lo anterior, empezaremos nuestra reflexión.

Antes que nada conviene aclarar que el sentido de lo que es el humor, al que frecuentemente se le confunde con primos lejanos y cercanos de él como son lo grotesco, lo cómico, lo satírico, lo irónico, lo sarcástico y lo bufo. ¿En que se distingue el humor de esa su parentela lejana o cercana? Veamos cada caso.

El humor no es lo grotesco. Lo grotesco esta constituido de ridiculez, de extravagancia, de grosería y de mal gusto. Su gracia se basa en lo anormal o chocante de la vida, del hombre y de las cosas. Le falta siempre una significación noblemente humana. En cambio, el humor enraiza en lo normal desorbitado. No es ridículo, sino hondamente emotivo. No es extravagante sino delicadamente natural. No es grosero sino delicadamente turbador.

El humor no es lo cómico. Lo cómico supone ausencia total de emoción, provoca la carcajada. El humor es una emoción hondísima, incluso poética, que jamás se disuelve en la risa ya que no provoca una carcajada sino una sonrisa, una alegría humana.

El humor no es lo satírico. La sátira se compone de picardía y doble sentido, de agresividad, de ausencia de caridad ejemplarizante, de arrogación de una misión moralizante ejercida con impertinencia. El humor acaricia, carece de intenciones moralizadoras.

El humor no es lo irónico. En la ironía hay una burla tan cruel como fina y disimulada, un leve tono ofensivo y cierta concepción de superioridad propia por parte del que ironiza. En el amor no existe burla, sino una graciosa compasión; el humorista es el primero en reírse de sí mismo.

El humor no es lo sarcástico. Lo sarcástico es agresividad nacida de la desesperación, y ofende a las personas con crueldad innoble. El humor, en cambio, desconoce la desesperación; su impulso filosófico es el de la serenidad melancólica o escéptica, y no llega a herir.

El humor no es lo bufo. En la bufonada existe siempre bajeza, angustia de complejo de inferioridad del bufón, afán de sacar algún beneficio por haber disfrazado de algo chusco la angustia del complejo. En el humor existe distinción y elegancia intelectual.

Sin embargo, el humor, como virtud superior de la risa, absorbe y supera las cualidades de las formas anteriormente mencionadas y, en tal sentido, posee una zona de intersección con ellas hemos advertido.

Revilla, un erudito español decimonónico, dice que el humor “es el punto más álgido del lirismo, su exageración, el momento en el que el poeta afirma con energía su pura objetividad”.

Pirandello, un célebre dramaturgo siciliano, dice: “El humor no es más que una lógica sutil. Los humoristas son lógicos que viven en medio del absurdo de la retórica y de la visión unilateral de la vida”.

Freud, figura cimera de la psicología, dice: “El humor no es resignado, sino rebelde, no sólo significa el triunfo del yo, sino también el principio del placer, que en el humor logra triunfar sobre la adversidad de las circunstancias reales”.

Vistas así las cosas, podemos afirmar que el humor es el sentido exacto de la relatividad de todas las cosas, es decir, la critica constante de lo que se cree ser definitivo, la puerta abierta a todas las posibilidades. El humor es pensamiento ingenioso que muestra agudeza de entendimiento y descubre relaciones no advertidas por el común de la gente.

Es así como el humor se nos devela como un complejo calidoscopio, como sutileza poética, como exploración, como la diferencia de lo lógico, la revelación de lo invisible inmediato, la superación subjetiva de lo objetivo; como iconoclasta y libertad de representación, como recreación estética y como rebeldía intelectual; como relativización de lo absoluto y como discurrir oblicuo; y como producto totalizador y sintético de una saber sin bibliografía.

Hegel apunta que “en el humor es la propia persona del artista la que entra íntegramente en escena, en todo lo que tiene de superficial y de profunda; de manera que se trata esencialmente del valor espiritual de esta personalidad”. De este modo, podríamos resumir nuestras reflexiones sobre el humor diciendo que es una dimensión antropológica del hombre, que es la manifestación mas humana, más noble, más delicada y trascendental de la gracia y el ingenio.

Para finalizar, como postre, disfrutemos la siguiente definición que da Woody Allen de un animal mitológico concebido por él: “El gran congón es un animal mitológico con cabeza de león y cuerpo de león, pero de otro animal distinto”.

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